Los servicios de empleo deben incorporar, en mayor medida, la visión estructural económica, social, jurídica y laboral que determina las mayores o menores dificultades de acceso al mercado de trabajo.
La incorporación de la visión estructural es posible en el acompañamiento individual, pero es más fácil reconocerla en las técnicas grupales, en las cuales las personas, atravesadas por similares variables obstaculizadoras, comparten discursos, opiniones y vivencias. Esto favorece la conciencia crítica y agudiza el sentido de responsabilidad, que queda más restringido a las propias decisiones, sabiendo separar lo que depende de cada uno/a y lo que depende del sistema económico y laboral en el que se encuentran.
La conciencia crítica sobre la realidad y sobre las propias motivaciones o decisiones ayuda, a su vez, a centrar el proyecto laboral y de vida en una dimensión práctica, poniendo mayor esfuerzo y energía en objetivos realistas.
Es preciso potenciar, en la medida de lo posible, la conciencia crítica y el conocimiento de la realidad política, social y económica en el contexto español e internacional. Las técnicas grupales podrían ayudar en este sentido, pero no dentro del marco de la formación, sino de los grupos de debate o discusión.
La mayor dificultad de inserción laboral alentada por la situación global de la economía, repercute en la mayor competencia entre mujeres por el trabajo.
La situación de mayor competencia se da entre mujeres extranjeras con documentación en regla y mujeres extranjeras sin la documentación completada.
Éstas últimas aceptan cualquier condición laboral, pero es la demanda la que presiona a la baja los salarios y las condiciones, ya que actualmente se hace más difícil la propia sostenibilidad de las familias españolas contratantes de servicios domésticos.
La conciencia crítica sobre la realidad ayuda a entender la estrategia del mercado laboral para instaurar la competitividad de la mano de obra en aras de la productividad. Entender los mecanismos del mercado laboral evita, en gran medida, los prejuicios o estereotipos que dividen a dicha mano de obra y producen el rechazo y la insolidaridad.
Las técnicas grupales podrían utilizarse para procurar espacios comunes a personas con diferente situación legal y de distintas nacionalidades, como medio de combatir estereotipos y prejuicios y la competencia de la mano de obra. Por otra parte, podrían ayudar a unificar reivindicaciones conjuntas que incluyan a todos y todas.
El proyecto piloto confirma la remarcada etnoestratificación del mercado laboral restringido donde se insertan las mujeres migrantes. Pero también confirma la segregación vertical (o el llamado “techo de cristal”), que evita que éstas abandonen trabajos feminizados y de menor cualificación, pese al mayor nivel de formación que puedan tener.
Así mismo, confirma las dificultades de “exportabilidad de la mano de obra”, es decir, las escasas posibilidades de que las mujeres migrantes puedan desempeñarse en España en trabajos similares a los que han desempeñado en sus países de origen.
Sería necesario ampliar aún más la oferta formativa y laboral de los servicios de empleo, en diversos sentidos:
En los últimos tres años aproximadamente, las mujeres extranjeras se encuentran con las mujeres españolas de menor nivel educativo en los servicios de proximidad produciéndose cierta competencia que no favorece la mejora de las condiciones laborales del sector.
El acceso de la mujer inmigrante a este tipo de empleos ha sido posible gracias a la intervención de las ONGs.
Sin embargo, el trabajo en los servicios de proximidad no soluciona los problemas de sostenibilidad económica de las mujeres: se cobra menos que en el servicio doméstico y se trabaja menos horas a la semana. Tampoco son una solución para las familias que los solicitan.
Pese a la mayor proximidad entre mujeres autóctonas y mujeres extranjeras en este tipo de empleos, los espacios de encuentro para intercambiar experiencias, apoyarse y reivindicar derechos laborales no se está dando hasta el momento.
Se hace necesario superar los planteamientos demasiado especializados de los programas de empleo y fomentar un mayor encuentro entre mujeres autóctonas y extranjeras. Todo ello ayudará a desarmar estereotipos y a atenuar el rechazo social y la falta de integración de las mujeres migrantes.
Así mismo, los espacios de encuentro entre mujeres (de diversas nacionalidades incluidas las españolas) fomentarían estrategias colectivas de reivindicación, denuncia y solidaridad.
Otro de los problemas que entraña el tránsito de las mujeres extranjeras desde el servicio doméstico hacia el trabajo asalariado en el sector servicios, atañe a las dificultades para integrar equipos, sobre todo para quienes tienen menor nivel de formación. Estas dificultades parecen tener que ver con:
Quienes mejor asumen el trabajo en equipo son las mujeres con mayor nivel educativo, pero éstas remarcan otro tipo de dificultades:
Es fundamental reforzar la tarea de acompañamiento durante el proceso de inserción laboral de estas mujeres incluso durante mucho tiempo después de haberse incorporado al trabajo y a sus equipos. Este acompañamiento tendría varias funciones:
La conciliación de la vida laboral y familiar es más difícil en los trabajos asalariados del sector servicios: (en hostelería y restauración, por ejemplo). Lo que, en ocasiones, obliga a las mujeres a retornar al servicio doméstico donde puede ser posible cierta flexibilidad horaria.
Las ayudas que brindan los programas de formación y de inserción laboral de los servicios de empleo son bienvenidas por estas mujeres, pero no son una solución a largo plazo.
Pese a la cada vez mayor participación de las mujeres en los servicios de empleo y de que muchas de ellas llevan una media de cuatro años en España, se observa su desconocimiento de las regulaciones laboral, fiscal y de la Seguridad Social del país.
Los servicios de empleo deben continuar profundizando en la línea de sensibilizar a las empresas sobre la necesidad de reconocer la importancia de la conciliación familiar, personal y laboral de sus trabajadoras/es, lo cual redundaría en la permanencia y satisfacción de éstas/os en sus puestos de trabajo. Este trabajo de sensibilización se tiene que unir a un importante esfuerzo de coordinación y sinergias con sindicatos y las administraciones territoriales.
Es preciso incrementar las actividades de formación en derechos laborales, contratación, sindicación, sistema fiscal y de la Seguridad Social.
La casi totalidad de las mujeres participantes en los talleres asumen, en gran medida, las tareas reproductivas. No obstante las migraciones producen reestructuraciones en el interior de las unidades familiares, llegando los hombres a ser una “ayuda” en estas tareas, al mismo tiempo que el trabajo productivo de la mujer se vuelve imprescindible, revalorizándose su función dentro de dichas unidades, incluso a nivel transnacional. Sin embargo, hay situaciones acuciantes para las mujeres en este sentido:
Otra de las situaciones acuciantes es la de mujeres embarazadas que por temor a perder el empleo ocultan su estado y continúan trabajando al mismo ritmo laboral que si no lo estuvieran.
Los servicios de empleo deben incorporar los cauces participativos grupales con el fin de establecer cauces de solidaridad que procuren paliar, en cierta medida, las dificultades de conciliación, sobre todo en mujeres cuya situación es más acuciante. En este sentido, los grupos permitirían:
Es llamativa la situación de las mujeres extranjeras mayores de 50 años que son reagrupadas por sus hijos o hijas para que les ayuden en su conciliación laboral, pero al mismo tiempo, deben trabajar en España para sostenerse ellas mismas. Su situación documental no les favorece: o bien están en irregularidad jurídica, o bien, tienen permiso de residencia pero no de trabajo, lo que las avoca al servicio doméstico sin contrato; al mismo tiempo que a dificultades de conciliación con el cuidado de sus nietos/as.
La transnacionalidad de la experiencia migratoria de las mujeres es un elemento fundamental de sus vidas. No se trata de estar “aquí” o “allí” físicamente, aunque esto también suceda, sino de un estar “aquí” y “allí” al mismo tiempo en cuanto a: la gestión de los cuidados; las redes de contactos, información e intercambio; la economía del hogar y de los emprendimientos; los problemas y las estrategias para solucionarlos, etc. En ocasiones, la transnacionalidad influye en el tipo de trabajos que las mujeres tienen en España, en su forma de inserción y en la continuidad en los mismos.
Somos seres interdependientes, interrelacionales y cambiantes.
La intervención con este grupo es prioritaria. Las técnicas grupales podrían ayudar en algún sentido:
Especial atención merece el apoyo psicológico de las mismas; así como el acompañamiento a sus hijas con cargas familiares.
Es fundamental incorporar la perspectiva de la transnacionalidad de las mujeres migrantes en los programas de empleo. Las técnicas grupales ayudarían a comprender la importancia de ésta, así como las consecuencias positivas y negativas que entraña. Todo lo cual debe ser tenido en cuenta en la intervención con fines de inserción laboral.
Toda intervención sociolaboral debe basarse en una visión flexible e integral de las personas.
El desarrollo de los talleres de participación con mujeres con el objetivo de conocer lo que piensan, viven y sienten en relación al mercado laboral y a las discriminaciones de las que son objeto, nos lleva a confirmar la importancia de este tipo de técnicas grupales en los programas de empleo, cualquiera que sea la fase en la que se encuentren las personas (orientación, formación, intermediación, etc.), así como las fases del propio proyecto (análisis de la realidad, diseño de estrategias, desarrollo, evaluación, etc.). Por tanto, las técnicas grupales son instrumentos valiosos para trabajar distintos temas que los y las técnicas necesiten conocer. Además, la participación directa de las personas, la valoración de sus opiniones, el análisis de sus discursos y la potenciación de sus propuestas ayudan a mejorar las acciones llevadas a cabo, así como el apoyo que se les puede brindar.
En la implantación de las técnicas grupales no hay recetas idénticas para todos los servicios y para todos los contextos locales donde se quiera llevar a cabo, sólo podemos apuntar unas directrices mínimas y unas propuestas sobre qué funciones más útiles podrían tener las técnicas grupales dentro del marco de los programas de empleo.